La ciudad desdoblada 1. (75x56) Papel Verneda 300gr
En algunas zonas de l’Eixample y en toda Ciutat Vella es interesante levantar la mirada y buscar la parte alta de los edificios. Seguir con la mirada la frontera entre los techos y el cielo. Hay que hacer un esfuerzo, la postura no es muy cómoda para el cuello y poco práctica para caminar sin tropezarse. Pero como ya he dicho, es interesante porque descubres una parte de la ciudad que por lo general pasa inadvertida y siempre aparecen detalles de los que vale la pena tomar nota.
Todo esto de ir mirando al cielo está muy bien siempre y cuando no llueva. Los días de lluvia, por razones obvias, no se ha de mirar al cielo. La mayoría de la gente va mirando al suelo, a unos tres metros más allá de sus pies. Yo también miro hacia el suelo, pero intento que la mirada vaya más allá. Enfoco la vista unos metros más allá del suelo. La lluvia convierte las aceras, las calles, en un espejo y toda la ciudad aparece desdoblada en una tonalidad menos intensa, agrisada. Me encanta ver los reflejos deformados de las personas que tengo delante y comprobar que en esta ciudad desdoblada no existe ni una línea recta.
La primera acuarela que en mi vida observé detenidamente era un paisaje urbano lluvioso de Frederic Lloveras (1912-1983). Era una acuarela datada en 1950. He visto óleos, ilustraciones y obra posterior que no me han gustado demasiado, pero sus acuarelas de esta época no tienen rival. Recuerdo que me llamó la atención con qué delicadeza se reflejaban en el suelo húmedo las luces de la ciudad, la gente… En ese momento fui consciente de que el medio adecuado para pintar escenas de lluvia es la acuarela. Si es que es de cajón: utilizar agua para pintar agua.
Supongo que, como suele pasar con las primeras experiencias,me ha quedado un recuerdo posiblemente sobrevalorado, pero desde entonces Lloveras ha sido para mí un referente. Y tiene un efecto bucle: cada vez que llueve, miro más allá del suelo mojado, y al ver los reflejos de la ciudad me acuerdo de la acuarela de Lloveras.
En algunas zonas de l’Eixample y en toda Ciutat Vella es interesante levantar la mirada y buscar la parte alta de los edificios. Seguir con la mirada la frontera entre los techos y el cielo. Hay que hacer un esfuerzo, la postura no es muy cómoda para el cuello y poco práctica para caminar sin tropezarse. Pero como ya he dicho, es interesante porque descubres una parte de la ciudad que por lo general pasa inadvertida y siempre aparecen detalles de los que vale la pena tomar nota.
Todo esto de ir mirando al cielo está muy bien siempre y cuando no llueva. Los días de lluvia, por razones obvias, no se ha de mirar al cielo. La mayoría de la gente va mirando al suelo, a unos tres metros más allá de sus pies. Yo también miro hacia el suelo, pero intento que la mirada vaya más allá. Enfoco la vista unos metros más allá del suelo. La lluvia convierte las aceras, las calles, en un espejo y toda la ciudad aparece desdoblada en una tonalidad menos intensa, agrisada. Me encanta ver los reflejos deformados de las personas que tengo delante y comprobar que en esta ciudad desdoblada no existe ni una línea recta.
La primera acuarela que en mi vida observé detenidamente era un paisaje urbano lluvioso de Frederic Lloveras (1912-1983). Era una acuarela datada en 1950. He visto óleos, ilustraciones y obra posterior que no me han gustado demasiado, pero sus acuarelas de esta época no tienen rival. Recuerdo que me llamó la atención con qué delicadeza se reflejaban en el suelo húmedo las luces de la ciudad, la gente… En ese momento fui consciente de que el medio adecuado para pintar escenas de lluvia es la acuarela. Si es que es de cajón: utilizar agua para pintar agua.
Supongo que, como suele pasar con las primeras experiencias,me ha quedado un recuerdo posiblemente sobrevalorado, pero desde entonces Lloveras ha sido para mí un referente. Y tiene un efecto bucle: cada vez que llueve, miro más allá del suelo mojado, y al ver los reflejos de la ciudad me acuerdo de la acuarela de Lloveras.
Espero conseguir pronto una foto de la acuarela comentada.
Un saludo